domingo, 8 de mayo de 2011

Dos hombres y un destino

Puerca vida... ¿pero tú lo viste? ¡sí fue gol! ¿Y la roja a Pepe qué? No hay de duda que a los merengues estas semanas nos ha mirado un tuerto, o un árbitro ciego no sé. En fin, para relajarnos y desconectar un poco de los sinsabores futbolísticos (o celebraciones, que lo mismo hay algún culé leyendo esto y no quiero perder visitantes), te propongo una peli sencilla a la par que simpática y entrañable.

Antes de empezar hoy necesito que los dos, tanto tú como yo hagamos un ejercicio, ¿estás listo/a? pues allá vamos. Cierra los ojos, respira hondo, cuenta hasta diez...y olvida la dichosa canción de mismo título que nuestra peli de hoy. Repite el proceso hasta que obtengas el resultado deseado y cuando estés listo continuamos.

Director: George Roy Hill
Guión: William Goldman
Música: Burt Bacharach
Reparto: Paul Newman, Robert Redford, Katharine Ross, Strother Martin, Jeff Corey, Henry Jones, Cloris Leachman, Ted Cassidy
Productora: 20th Century Fox
Curiosidad: El festival de cine independiente de Sundance se llama así debido al pistolero de este film.

Te voy a ser sincero, iba a esta peli de muy mala gana, de hecho empece a verla con el cuchillo afilado dispuesto a ponerla a parir... pero me quedé con las ganas.
Vamos a hacer un ejercicio de abstracción ¿vale? sí ya sé que hoy estoy pesadito pero este es el último que os pido: 16 de Agosto de un año cualquiera; un pueblo de Ávila, 4 de la tarde, todo cerrado y 37º C en la calle; ¿hasta aquí bien? ¿nadie se ha perdido?, pues seguimos. Todo el mundo durmiendo y tú eres un niño de 8 años al que no le va la siesta; te pones la tele, pero bajito para no despertar a nadie; vas cambiando de canal con una mezcla de esperanza y aburrimiento, hasta que caes abatido viendo que solo hay pelis del oeste. ¿Te haces una idea del panorama?

Pues esto me ha pasado año sí y año también durante veranos y veranos. Eran ver esas escenas lentísimas de cowboys, sobre una llanura interminable y se me caía el alma a los pies. Esta mala relación con los western forjó en mí una repulsa y una poca gana de ver este tipo de pelis que durante años me negó la posibilidad de disfrutar de algunos peliculones. No obstante empecé a hacer las paces con el género hace unos años cuando vi la famosa trilogía del dólar, de Sergio Leone, y esta semana certifiqué mi nueva amistad con el far west debido a Dos hombres y un destino.

Butch Cassidy y Sundance Kid son dos bandidos que junto con una banda, se ganan la vida atracando trenes y bancos. Cuando una partida sale en su busca dispuestos a darles caza, los dos protagonistas huirán a Bolivia, donde, con las promesas de ríos repletos de oro y plata tratarán de iniciar una nueva vida.

Te sitúo un poco: en 1969 Roy Hill se decide a juntar a dos de los gentleman del momento, Paul Newman y Robert Redford (salvando mucho la distancias se podría decir que el tándem sería un George Clooney-Brad Pitt de la actualidad), dándoles el protagonismo absoluto de una peli ligera y entretenida. Tal fue el éxito cosechado que apenas 4 años después los tres repetirían en El golpe (esta sí la has visto ¿verdad?).

Y sin duda lo que hace de esta peli una delicia para todos los sentidos son sus dos protagonistas; forman un dúo perfecto, en el que lo que le falta a uno lo pone el otro, y tú puedes decir ¿qué los hace tan especiales? porque viendo la peli te das cuenta que los roles que representan no son nada del otro jueves; Butch es "el buen ladrón", y Sundance es el tío sarcástico de expresión dura. Aquí es donde entra la calidad interpretativa de los dos sujetos.

El carisma que aporta Paul Newman en su papel de Butch es sencillamente mágico, y te repito, yo que estaba viendo la peli enfurruñado, de repente me vi a mí mismo con una sonrisa en los labios, provocada por el sinvergüenza (en el buen sentido) de ojos cristalinos.
Y cuando ya te has decantado por Newman, aparece Redford (Sundance en el film), diciendo "esta boca es mía", con su frase ingeniosa en el momento más jodido, o su dura mirada mientras Butch le vacila.


Cuando el director recoge el guante lanzado por los intérpretes se desenvuelve maravillosamente, pues durante la peli, asistimos a una frenética persecución que nos los pone de corbata; lo cual es de agradecer, dado que, como decíamos antes, los western no se caracterizaban por su dinamismo, . Todo esto, por no hablar de esa escena final, que sin duda te deja sin palabras y tragando la saliva que has ido amontonando (hay gente que ha muerto asfixiada en sus propios efluvios).

Es por todo esto y mucho más (genial el juego de colores del comienzo) por lo que Dos hombres y un destino se convierte en una visión obligada para todo aquel que quiera disfrutar un rato sin comerse la cabeza, y olvidarse de, por ejemplo, ese periodo examentil cada vez más cercano. Por ponerle alguna nota negativa, tal vez se pasan un poquitín con el grado de machismo, porque vale que en esa época la mujer en el oeste pintaba menos que Massa en Ferrari (toma ya cuña automovilística; estoy que lo tiro), pero hay algunas escenas en las que casi puedes oir el comentario "cállate y prepáranos la cena".

Entre tú y yo, había otra razón por la que era muy reticente a ver esta cinta. Y es que más de uno y más de dos me habéis recomendado y sugerido pelis para tratar aquí, y antes o después he ido intentando hablar de títulos que me habéis propuesto. Pero un amigo, cuyo mote prefiero no poner para que no se tilde mi blog de mal gusto, se puso muy paliza con esta peli. Que si cuándo la ves, que si por qué no hablas de ella...me estaba poniendo de los putos nervios, y ya solo porque se callase y me dejase de dar el té tuve que ponerme con ella. Lo cierto es que al final, después de todo el rollo; y como ya te podrás imaginar, no me arrepiento. A él va dedicada esta entrada.

Sin querer entreteneros más os emplazo al próximo domingo, cuya entrada podríamos llamar "El petardazo final". Gracias por el rato dedicado, y ¡hasta la semana que viene!

P.D. El "destino" del título no tiene nada qué ver con un lío de faldas...si es que...mira que te dije que te olvidases de la canción de marras.



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